A diario, Clara insistía para que le fuera permitido conducir un
camión, pero nunca le daban la oportunidad. En una ocasión, alguien debió de
despistarse, porque se subió en la cabina de uno de estos vehículos y, no
contenta con permanecer sentada, se atrevió a conducirlo. Pronto aprendió a
manejarlo, a cargarlo y a descargarlo. Cada vez que se cruzaba con otros
camioneros, presionaba la bocina y sonreía con entusiasmo, sin embargo, ellos
la miraban con temor, como si fuese una extraterrestre.
En ésas estaba, cuando un camión de ruedas gigantes le cortó el paso. Esta vez
fue ella la que sintió miedo, así que sus compañeros dejaron de temerla, razón
por la que Clara advirtió que los hombres tienen miedo de las mujeres sin
miedo. De súbito, el camión gigante la desplazó a empujones y la separó de los
otros conductores. Siguió chocando hasta que el camión de Clara volcó y ella
salió despedida. Por suerte, fue a parar a una colchoneta, junto a las niñas
que peinaban muñecas o simulaban cocinar.
En la guardería, las niñas jugaban con sus juguetes, y los niños hacían lo
propio con otros juguetes diferentes, tomaban conciencia de que los
entretenimientos de los unos estaban fuera del alcance de las otras y
viceversa. Entonces, Clara se dio cuenta de que, de ese modo, nunca serían
iguales. La pequeña Clara, indomable, se encaramó en lo alto de la cabina de
plástico y volvió a intentarlo.
viernes, 9 de noviembre de 2018
LA CAMIONERA INDOMABLE
Finalista en el V concurso de relatos cortos Isonomia de Igualdad de oportunidades y de trato entre mujeres y hombres.
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